Sexta carta a ella

Simplemente nosotras,

aquí estamos,

como nunca pensé que estaríamos.

Tú con el miedo de enseñarme

el pasado trazado en tu piel,

yo con las ganas de besarte tus temblores,

de naufragar con besos por el mar de tus cicatrices.

Y aquí estamos,

desnudas en la voracidad de nuestro ser.

Sigilo. Mero sigilo.

Un roce con tintes preservados.

Fragancia danzando con suspiros de excitación.

Misma respiración entrecortada, puro ritmo,

una combinación de corrientes agitadas.

Exploro, exploro con mis nervios,

y pruebo todo de ti.

Te dejas llevar, te contraes.

Mis sentidos piden más. Paro. Continúo. Te busco.

Mi mirada se derrocha en tus ojos dilatados.

Joder, qué quimera de nuestro destino

la mezcla del sabor de tu boca con la mía.

Aguanto… Sigo…

No quiero perder ninguna de las caricias

que soñé con darte.

Mis dedos trazan tus curvas muy lentamente,

terminando entrelazados con tus propios dedos.

Todo es diferente, algo primitivo.

Nuestros cuerpos emanan el calor de cabalgar

en cada minucia de placer.

Besos que dibujan los contornos,

la belleza oculta tras las marcas de la oscuridad.

Un gemido brota de una garganta arqueada.

Una vuelta de poder.

Nos fundimos enlazando nuestros cuerpos.

Te siento tan dentro

que mi respiración termina por abandonarme.

Un grito. Me observas.

Más besos sellados por el hambre de hacernos una.

Sentimientos.

El deseo que prosigue al clímax.

Todo es diferente.

Me quedo, te quedas,

nos quedamos en silencio, quietas.

Piel con piel.

Sombras con sombras.

Simplemente nosotras,

como nunca pensé que estaríamos.

(E.M.A)

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Anónimo dice:

    Me quedo, te quedas.

    Me gusta

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