Séptima carta a ella

Me gusta nuestro presente,

me gusta el baile de nuestras sonrisas,

el viaje de mis yemas por cada centímetro de tu historia.

Me gusta.

Somos la diferencia adaptada,

el simple hecho de  masticar el desconcierto

que rompe toda lógica.

Y no, no me importa esta danza improvisada

descubriendo el sabor de que sigo viva.

El teléfono es el guardián de nuestras conversaciones

de nuestra alma, de nuestra locura…

Preguntas y respuestas.

Nos empapamos con el placer de llegar donde nadie llegó,

de saber lo que nadie más supo, ni le interesó.

Soy yo contigo, eres tú conmigo.

Me gusta la libertad de ese concepto.

Mas siempre me sobran excusas,

mas siempre me falta tiempo.

La perfección es el continuo paso que se pierde.

Un tango de reproches,

una huida, un suspiro,

silencios permitidos, silencios interrumpidos.

Y de nuevo el retozo de sonrisas

tapa lo que no debería tapar.

La ausencia destila la agonía del reloj,

y nuestra presencia enlaza cada etapa de nuestra relación.

Normas en servilletas. Cervezas con el sol.

Me quedo, te quedas.

Nos quedamos abrazando lo que ninguna desea perder.

No puedo, ni quiero matar lo único cierto que poseo.

Me gusta nuestro presente,

me gusta cómo te impregnaste en mis días.

… No te vayas nunca.

(E.M.A)

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