Duele… últimamente duele todo.
Todo.
El destino cobrando su deuda lentamente,
esas conversaciones llenas de espinas,
el viento haciéndonos perder el equilibrio,
vacíos llenos con miradas perdidas.
Los días pasan.
Madrid se va escondiendo entre nuestros recuerdos.
Vamos cimentamos una vida llena de vestigios,
y aún así… cuánto pensamiento con voz propia.
Duele.
No puedo dar más,
y noto cómo lo necesitas.
¿En qué momento me convertí en fuego?
Todo se convierte en laberintos sin salidas.
Qué puta manía dar protagonismo a terceros.
Nos guardamos reproches, miedos, inseguridades
en una tempestad casi interna
que va absorbiendo sentimientos y tiempo.
Silencios. Gritos sin palabras.
Follar. Quizá ese fue el problema desde el principio.
¿Dónde quedaron los abrazos rotos?
Abro los ojos… Ojala me veas.
Duele.
Me refugio en la fragancia del alcohol.
Es agradable. Sigilo a mis pensamientos.
Bebo, miento, bebo, no te lo cuento.
Duele. Bebo.
Sonrío. Cierro los ojos.
He aprendido a hacer magia para que no sea visible.
Los días pasan. Los días se detienen.
Primer intento de estar rotas.
¿Acaso huele a una desconsolada balada de despedida?
Duele. Lloro.
(E.M.A)